jueves, 26 de agosto de 2010

CONFESIONES RELIGIOSAS DE UN NIÑO DE 42 AÑOS


El corazón le bombeaba a una velocidad de vértigo, aún siendo las ocho de la mañana los sudores le caían por la cara abajo. La emoción llegaba a límites desbordados; llevaba un año esperando ese momento.

Al fondo ya se podía vislumbrar la multitud de gente enfervorizada. Sobre sus cabezas se podían apreciar como volaban los fusiles. De repente la masa se volvió hacia él, cada vez a más velocidad. El corazón ya no sabía donde lo tenía. Otro año más se cumplía el sueño; otro año más la Legión ya estaba en Alcalá; otro año más el Viernes Santo era el soñado.

En casa de su abuela los pestiños de la tita y las tortitas llevaban preparados varios días. Como cada año su tío Enrique no faltaba a su cita con el horno, desde muy temprano llevaba las bandejas preparadas la noche anterior para que fueran horneadas.

El niño seguía ensimismado con la banda. La gente gritaba eufórica, La banda sonaba con fuerza en su pequeña cabeza. Por fin llegaba la principal atracción para él, “el carnero”. Pasó delante del niño con paso firme y decidido, como si tuviera ensayado el desfile. Los tambores resonaban por las calles como si de un batallón se tratara. Las barbillas altas de los legionarios, las zancadas imposibles, las camisas desabrochadas, las perillas bien recortadas, las barbas, los tatuajes, todo el conjunto por si mismo era ya un espectáculo.

Su abuela, levantada desde temprano le daba los últimos retoques a las túnicas, todo debía estar debidamente planchado y en perfecto estado de revista. Ese año serían tres las túnicas que estaban preparadas. Con la experiencia que los años le iban dando, tenía preparado ya el bacalao con tomate, las cajas de refrescos para sus nietos, cerveza para sus yernos etc.

¡Que día más grande hermano! decía su tía mientras bajaba la escalera. De pronto corrían de nuevo a la calle, otra banda se escuchaba por la calle Real. Era la segunda banda que llegaba y todos se preguntaban cuál sería. ¡Tiene que se ovejo!, decía su abuela. Pronto todos salieron de duda. Sus padres que llegaban de Sevilla, informaron con precisión que banda era, colores del traje y cantidad de músicos. Era sumamente importante traer mas bandas y mas grandes que el día anterior.

Durante toda la mañana la casa era un entrar y salir de gente. La familia se reunía para celebrar ese día con ilusión. Venían de Sevilla familiares y amigos, antiguos vecinos de la calle, etc. También era esperado la entrada de muchachas que iban pidiendo la vez “pa que la Rosario” les pusiera la mantilla.

La mañana fue intensa, su prima ya lucía su vestido nuevo, con su lazo morao por supuesto. Las fotos tampoco faltaban, junto con su hermano y su primo, las fotos se sucedían una tras otra.

La entrada en la Capilla de San Gregorio era muy particular, entraba directamente hasta el fondo a ver la Virgen y miraba de reojos a los pasos que se encontraba por el camino. Era un acto instintivo, sin que nadie le dijera lo que tenía que hacer, el ya lo sabías. Los comentarios igual de particulares, todos en voz baja; lleva mas flores que la otra, ¿vedad niña?; si , ¡y mas bonitas! chacha.

Al volver a casa la conversación seguía, ¡siete bandas!, ¡siete bandas! dicen que vienen hoy, ¡a ver que dicen ahora!, porque yo ayer conté cinco, decía su tía resarciéndose.

El padre que no era del pueblo siempre intentaba meter cizaña, y pinchaba una y otra vez a la cuñá y a la suegra… ¡los trajes de los músicos creo que son verdes!, ¡pues yo ayer vi mas nazarenos! Expresiones del manchego a las que ya estábamos acostumbrados. Su tío Enrique sin embargo se caracterizaba por su sencillez y sensatez, para él todo estaba bien.

Un gran murmullo y voces se escuchan en el portal de la calle. Un hombre se acercaba a gran velocidad hacia la abuela que sentada en el sillón ya se preparaba nada mas verlo. Los besos, abrazos y achuchones eran parte del Viernes Santo; había llegao “Joselito el de la Rubia”

Este antiguo vecino y amigo de la familia el cuál ya se había bebido media fábrica de cerveza y parte de las bodegas de Jerez, había que separarlo de la abuela si no queríamos que la desarmara.

Los nuevos sones de las bandas de músicas entrantes despegan a este hombre de la abuela y todos corríamos a ver el pasacalle. Esta vez desde el balcón de la casa, se pueden apreciar que ya son cuatro las bandas que desfilan por el pueblo.

Una vez restablecida la calma, nos preparábamos para comer. Nada más lejos de la realidad. Los niños impacientes por vestirse de nazarenos, los vecinos entrando y saliendo y "la Rosario" con el último “bocao” en la boca se preparaba para la maratón de mantillas.

Sin darse cuenta ya estaba esperando que empezara el paseo. Este año junto a su hermano y su primo el paseo lo iban a hacer solos por primera vez. Todos preparados en el Calvario, las bandas empiezan a tocar, los nervios empiezan a florecer de nuevo. Cada vez le quedaba menos para estar junto a su Virgen. Al arrancar la fila, el corazón le dio un vuelco, ya empezaba la marcha atrás.

Como cada año tenían que estar atentos para ver a sus padres, que se colocaban en puntos estratégicos “del paseo”. Este año los tres primos hacían el recorrido completo.

Una vez dentro de la Capilla, los ojos del niño siempre clavados en la serena mirada de la Virgen. Sus sentimientos de Fe eran tan puros como el pañuelo que Ella lleva en su mano. Otro vuelco al corazón, el cerrojo ya se escuchaba y las puertas de la Capilla se abrían de par en par. El murmullo de la gente, los gritos de “viva el Viernes Santo” se sucedían e intercalaban con “viva la Virgen de los Dolores y Viva el cabildo de la Soledad” Algunas caras de la gente parecían entrar en trance.

En la intimidad que le ofrecía el capirote, aquel niño dejaba que fluyeran sus sentimientos. Las lágrimas pausadas, pero llenas de fé.

Durante todo el recorrido, el niño se encontró en primer lugar orgulloso de ser “soleano”, en segundo lugar "cofrade", y en tercer lugar ¿católico?, ¿cristiano?. De pronto la confusión le hizo pensar y pensar . . .


1 comentario:

  1. Increíble!, me encanta tu manera de plasmarlo todo, es como estar en ese momento reviviendo cada momento.
    Que bonito es recordar, a veces.Sigue asi...
    Un abrazo.

    Trini.

    ResponderEliminar